“Decir que las sanciones no afectan la economía es un sin sentido. Se diseñan para afectarla y presionar cambios políticos. El resultado histórico demuestra que producen el daño económico, aunque los gobiernos de los países sancionados aprenden a adaptarse y buscar alternativas que les permiten subsistir y preservar el poder, pero siempre con una población y un país más pobre y afectado”.
“Es decir, un sacrificio que en la mayoría de los casos fue absolutamente inútil. Los cambios políticos se producen en la sociedad, no en la economía”.
Sin posibilidades de aprobación
Por otro lado, el experto en opinión pública asegura que “no hay ni la más mínima posibilidad de que una población que vivió la política de máxima presión en 2019, repleta de sanciones que afectaron su abastecimiento, sus empleos, su actividad económica y su calidad de vida y cuyo resultado para provocar el cambio fue nulo políticamente y desastroso económicamente, tenga altos niveles de aprobación a las sanciones económicas y sectoriales que los afectaron directamente a ellos (muy distinto a las sanciones personales que afectan solo a los sancionados)”.
León coincide con otros estudiosos de la opinión pública en que “todas las encuestas relevantes muestran que la mayoría de los venezolanos rechaza las sanciones petroleras. Por supuesto que la población está dispuesta a hacer sacrificios para provocar cambios deseados, pero las sanciones sectoriales no generan esperanza de cambio, pues ya fue probada su incapacidad para producirlo en Venezuelan y en todo el mundo”.
Por tanto, “volver a ofrecer un cambio a través de las sanciones, después de fracasar rotundamente en 2019, después de prometer villas y castillas, solo genera desinterés y deterioro en la conexión de los líderes políticos que las promueven”.
Abandonar la lucha y los espacios
Tal como lo hizo en otras publicaciones, Luis Vicente León insiste en que es un error llamar a la abstención.
“Decir que la abstención producirá un cambio de gobierno es equivalente a decir que abandonar la lucha, la movilización, la articulación de las fuerzas opositoras, entregar tus ciudades, tus comunidades y tu casa al adversario y permitir que se produzca un cambio constitucional, sin siquiera mostrar tu descontento lo hará. No hay una probabilidad baja de que eso funcione. La probabilidad es un límite que tiende a cero”.
Asimismo, critica a quienes denostan de aquellos que quieren ir a votar el 25 de mayo, abogando por el respeto a las decisiones individuales y colectivas.
“Decir que quien vote o quien se abstenga es bueno o malo es pura paja. Cada persona tiene derecho a pensar distinto, proponer alternativas de lucha diferentes y sobre todo decidir si quiere o no quiere votar. Justo la lucha por la libertad debe basarse en respetar esas diferencias”.
Pero, cree que “el debate debe darse sobre argumentos no sobre descalificaciones e insultos que solo muestran descarnadamente la incapacidad absoluta de luchar contra el verdadero adversario”.